Me encontraste, vagando, enojado y moribundo
terco, profundo. A la defensiva
pero confiaste, en la luz que brilla en un interior
ya muy oscuro…
Un brillo yo creí apagado, me ayudaste a ver.
que una situación, no marca una vida.
Creíste en mí y a través de tus “juegos” y palabras
estalló dentro de mí esa luz
fulminó con más fuerza que la del sol.
Al principio me cegó
tan acostumbrado estuve a la oscuridad
que mis ojos quemó la primera vez
y hoy me encuentro tambaleando, fuera de las tinieblas…
Salí a la deriva, ahora sólo persigo cimas.
Vladimir Rodríguez Zepeda
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